sábado, 22 de marzo de 2008

Sólo los simples se quedan


Se llama miedo, temor. Quizá también cobardía...


Estamos toda la vida esperando una oportunidad y, antes o después, esa oportunidad se presenta ante nuestros ojos pero llevamos tanto tiempo con ellos cerrados que la claridad nos ciega por completo. Entonces vemos, aunque borrosa, la posibilidad de que alguno de nuestros sueños se haga por fin realidad. Y sentimos miedo, temor. Quizá tambíen cobardía, no sé.


Pasamos noches enteras en vela reflexionando sobre la mejor de las decisiones. Pero llega el momento, la hora de la verdad y una inexplicable parálisis bloqueadora se ensaña con nuestras piernas y brazos. Y entonces ya no sentimos nada... Nada.


Tratamos de ponerle una etiqueta a nuestro problema: cansancio, depresión, falta de madurez..., pero hay cosas que no se pueden etiquetar, cosas que sólo al sentirlas sabes cómo son. Es posible que una de esas cosas sea también el amor.


Pensamos que huyendo del problema éste desaparecerá, que escapando del lugar al que pertenecemos las dificultades se quedarán en el camino. Y en algunos casos esa resulta ser la mejor medida pero, en otros, el atajo lleva al fracaso. Nadie podrá nunca negarme que un sitio como este entristece el corazón, que sus gentes, en su mayoría, son el reflejo de la consecuencia, que son como la ciudad misma.



¡Basta ya!






Las mentes ya no piensan.

Las miradas ya no transmiten.

Los corazones ya no laten.




... CWM ...

1 comentario:

Espe dijo...

Supongo que en nuestras manos está cambiar eso. Nos dejamos llevar por todo menos por nuestros propios sentimientos... ¡Que mal!
Un besiiito